Fiesta, con la cual se
cierra el tiempo litúrgico de Navidad
Normalmente
el domingo que sigue a la fiesta de la Epifanía es dedicado a celebrar el
bautismo de Cristo, este año se celebra el lunes 9 de enero y señala la
culminación de todo el ciclo natalicio o de la manifestación del Señor. Es
también el domingo que da paso al tiempo durante el año, llamado también tiempo
ordinario
Cuando
Cristo se metió en la cola para esperar su turno de ser bautizado, seguramente
San Juan Bautista no sabía qué hacer. Llegó el Mesías delante de él y pidió el
bautismo. El Bautista exclamó: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti,
¿tú vienes a mí?” (Mt 3,14).
El Catecismo hace referencia a esta actitud
humilde de Cristo en el n.536:
Hay
una diferencia importante entre los dos bautismos:
El de Juan: con agua, exterior,
signo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.
El de JESÚS: con Espíritu Santo,
renovación interior que nos hace "partícipes de la naturaleza divina”
"No
soy digno ni siquiera de desatar la correa de su sandalia..." trabajo
reservado al más inútil de los esclavos... Juan destaca la infinita distancia
entre él y Jesús...
Descubramos
nuevamente él "modo" que Dios emplea para salvarnos: hoy se pone en
la fila de los pecadores, y aunque no lo necesitaba, se somete también a un
bautismo de penitencia... Se ha hecho semejante a nosotros en todo, y por eso
no se avergüenza de colocarse en la fila de aquellos que se preparaban para la
llegada del Reino de Dios... así como tampoco se avergonzó de nosotros cuando
tomó sobre sí todos nuestros pecados, y subió a la Cruz como si fuese un
delincuente...
Pero el bautismo que recibió Jesús fue muy
"especial": ciertos hechos nos indican que con Él comienza un nuevo
bautismo:
El cielo
abierto (ya nunca más cerrado por los pecados, como hasta este momento) Es
decir, comienza una nueva etapa de relación entre Dios y los hombres: el Cielo
viene a nosotros, y nosotros vamos allá: viene con Cristo y el Espíritu Santo. Llega
todo, porque Dios mismo viene, y Él será para nosotros y nos dará todo. Estamos
frente al comienzo de una nueva humanidad, divinizada.
En
la proposición que San Marcos hace en su Ev. el Padre no "presenta" a
su Hijo (“Éste es mi Hijo amado”), sino que se dirige a Él (“Tú eres mi
Hijo...”): Cristo nos representa a todos, que desde ese momento pasamos a ser
hijos amados, complacencia del Padre... Cuando somos bautizados, esta vocación
eterna se verifica efectivamente, verdaderamente: somos una nueva creación. Por
lo tanto, nuestra dignidad, nuestra gloria, y nuestro compromiso pasa por VIVIR
NUESTRO BAUTISMO...