El gozo de la resurrección en nuestra vida
«No está aquí, ¡ha resucitado!»
La celebración del misterio pascual
tiene un doble aspecto. La Muerte del Señor Jesús en la Cruz nos libera de las
cadenas del pecado; y su Resurrección gloriosa que nos abre el acceso a una
vida nueva como hijos de Dios. El culmen de las celebraciones de la Semana
Santa es la Resurrección del Señor. «Si no resucitó Cristo, vana es nuestra
predicación, vana también nuestra fe» llega a decir el Apóstol Pablo. La
Resurrección es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo y es la
confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó.
Celebrar la fiesta de Pascua,
“fiesta de las fiestas” exige una disposición adecuada para escuchar y acoger
su mensaje. Es la ocasión privilegiada del año para renovar nuestra fe en
Cristo Resucitado, acoger en nuestra vida de fe lo que esto significa.
Nos preguntamos ¿Cómo celebramos la
Pascua? Y ¿cómo la vamos a seguir celebrando?
Se trata de disponernos a mejor
colaborar con el Espíritu para que la fuerza del Resucitado nos transforme y
convierta cada día más, para entender mejor qué significa que el Señor ha
resucitado.
Vemos que a muchas personas como
que se les ha entumecido su fe y viven como si no la tuvieran. La Pascua es
tiempo de anuncio, de compromiso apostólico. Cada uno, desde su situación y
posibilidades, está llamado a dar testimonio de nuestra fe en el Señor, muerto
y resucitado para nuestra reconciliación.
«Estén siempre alegres en el Señor» (Flp 4, 4)
El tiempo pascual es ocasión
privilegiada para vivir y anunciar la alegría del Resucitado. Experimentamos
con especial intensidad en este tiempo el júbilo, el gozo desbordante que inundó
el corazón de María Magdalena, de los apóstoles y discípulos de Jesús, al
escuchar y comprobar la buena noticia: ¡ha resucitado!
Esta experiencia de fe nos alienta
en nuestro combate espiritual, invitándonos a poner siempre los ojos en Aquél
que venció al pecado y a la muerte, fortaleciendo nuestra confianza en sus
promesas. Asimismo, la fe nos mueve al anuncio gozoso, al testimonio en primera
persona de que el Señor nos ha dado una vida nueva. ¿Cuántas personas que
frecuentamos o nos son cercanas tal vez no conocen al Resucitado? ¿Cuántos han
perdido la esperanza o la alegría de vivir? ¿A cuántos podemos hoy contagiar
con la buena noticia de la Vida Nueva que nos consigue la resurrección del
Señor?
Contagiémonos de la experiencia de
fe que invade la liturgia de Semana Santa: “¡Cristo nuestra Pascua, se ha
inmolado en la cruz por nuestros pecados y ha resucitado glorioso: hagamos
fiesta en el Señor!”. Acojamos los frutos de la reconciliación, de la paz y de
la alegría y demos testimonio con toda nuestra vida de que el Señor Jesús es
verdaderamente la resurrección y la vida.
Pascua en la vida cotidiana
El gran acontecimiento de la
Resurrección del Señor que la liturgia nos permite revivir, nos tiene que
llevar naturalmente a seguir lo celebrando en casa y transmitirlo a muchas
personas. La alegría no se puede esconder, no debe quedar ahogada cuando termina
la Misa de Resurrección o el tiempo pascual, todo lo contrario, salimos llenos
de entusiasmo a compartirla con todos aquellos que nos vamos topando en el
camino. De eso se trata la vida cristiana.
Preguntas para profundizar
·
¿Cómo puedo celebrar la Pascua?
·
¿Cómo celebré la semana santa?
·
¿Dónde pude reconocer la presencia de Jesús resucitado
en estos días?
·
La celebración de la Pascua del Señor, ¿a qué me
compromete en mi vida cristiana y mi apostolado? ¿Cómo puedo anunciar en los
tiempos actuales que Cristo resucitó?