12 enero 2012

EVANGELIO DIARIO

Dios tiene muchos medios para lograr esa renovación de nuestra mente, algunos de los, su palabra nos alimenta, nos santifica, nos ilumina

Comentario al Evangelio: San Marcos 1,40-45
El cuerpo humano es una maravilla. Células, tejidos, órganos... conexiones, movimientos, respuestas. Si no existiera, costaría trabajo siquiera pensarlo. ¿Y qué decir del alma humana? Más increíble todavía: percepciones, memoria, lenguaje... capacidad de amar y ser amado, libertad, apertura a lo Absoluto. De la complejidad y maravilla de ambos se entiende su fragilidad. Algo puede fallar.
Al vivir en sociedad, también formamos parte de un “cuerpo social” y un “alma social”. Y lo que recibimos de los demás influye poderosamente en nuestra vida, para bien o para mal.
Hoy el evangelio nos habla de enfermedad. Una de las comunes en el tiempo de Jesús: la lepra. En el antiguo Israel, los que tenían esta enfermedad eran apartados de la sociedad, siendo considerados malditos. Puede representar a cualquier dolencia, en el cuerpo o en el alma, que afecta al ser humano y le disminuye en su actividad y en sus relaciones con los demás, hasta llegar a oscurecer la vida recibida.
Jesús aparece como el que se acerca a toda enfermedad y dolencia, y atreviéndose a tocar a la persona, puede aliviarla y reconfortarla de una manera impensable. Porque es el Hijo del Dios que rompe las barreras y quiere traer vida, y vida para todos.
Hoy puede ser un buen día para, desde tus enfermedades y dolencias, presentarte humilde al Señor: “Si quieres, puedes limpiarme”. Y déjate confortar por Él. Para seguir caminando. Porque la tierra prometida está más cerca que cuando empezaste a caminar. Aunque a veces no te lo parezca.
                                                                       Extraído de Ciudad redonda.
                                                                     Luis Manuel Suárez, claretiano