La
formación permanente de los catequistas comprende varias dimensiones, la más
profunda hace referencia al ser del catequista, a su dimensión humana y
cristiana.
La
formación, ha de ayudar a madurar, ante
todo, como persona, como discípul@ y misioner@l,
para aprender a vivir en comunidad (DGC 238). Es facilitar el descubrimiento y
desarrollo de sus valores humanos y espirituales, su vocación y misión, sin
olvidar que ésta es una realidad dinámica como tarea de toda la vida.
SER
PERSONA
2.
¡Sé una persona madura!
3.
¡Acéptate, valórate y confía en ti mismo!
4.
¡Acéptate, valórate y confía en ti mismo!
6.
Creyente es el que vive su fe en comunidad
7.
Creyente es el que vive las bienaventuranzas
9.
El catequista: Profeta del Reino
10.
El catequista: Educador de la fe