Objetivos del Año de la fe
¿Qué sentido da el Papa a este Año de la fe? ¿Qué
objetivos pretende con él? Pienso que la respuesta la hallaremos en los dos
documentos con los que fueron convocados los dos años de la fe después del
Concilio Vaticano II: el de Pablo VI (1967) y ahora el de Benedicto XVI:
1) "Para confirmar nuestra fe rectamente
expresada" (Pablo VI), "redescubrir los contenidos de la fe
profesada, celebrada, vivida y rezada" (Benedicto XVI).
2) "Para promover el estudio de las enseñanzas del
Concilio Vaticano II" (Pablo VI), "con el Concilio se nos ha ofrecido
una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza"
(Benedicto XVI).
3) "Para sostener los esfuerzos de los católicos que
buscan profundizar las verdades de la fe" (Pablo VI); "intensificar
la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su
adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento
de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo" (Benedicto
XVI).
A estos fines comunes a los dos Papas, Benedicto XVI
añade, fijándose en las circunstancias actuales, algunos más:
1) "Invitar a una auténtica y renovada conversión al
Señor, único Salvador
del mundo".
2) "Comprometerse a favor de una nueva
evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el
entusiasmo de comunicar la fe".
3) "Suscitar en todo creyente la aspiración a
confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y
esperanza".
4) "Comprender de manera más profunda no sólo los
contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que
decidimos de entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios".
Este último objetivo es el que más recalca el Papa
Ratzinger. Le interesa subrayar la inseparabilidad del acto con el que se cree
y de los contenidos a los que prestamos nuestro asentimiento:
El acto de fe sin
contenidos nos conduce a la total subjetivación de la fe.
Los contenidos, sin el asentimiento de la fe, instruyen
nuestra mente, pero no nos unen a Dios ni son capaces de transformar nuestra
vida, de convertirla al Dios vivo. Sólo si la profesión de fe desemboca en confesión
del corazón podemos hablar de una fe madura, bien formada, capaz de producir
frutos en los demás.
Libro privilegiado
del Año de la fe
El año de la fe deberá expresar un compromiso unánime
para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados
en el Catecismo de la Iglesia Católica (Porta fidei, no. 11).
Si de lo que se trata es de reavivar e infundir una nueva
linfa a la fe de los creyentes en Cristo, el Catecismo es el camino seguro para
conseguirlo. En él se resume y expresa la fe de toda la Iglesia desde sus
orígenes hasta nuestros días. En él hallamos:
la fe que profesamos (credo)
la fe que celebramos (liturgia)
la fe que vivimos (moral)
la fe que rezamos (oración)
En nuestro tiempo, en el que los contenidos objetivos de
la fe cristiana son muchas veces devaluados, sometidos a crítica destructiva,
preteridos, ha llegado el momento de apuntar el zoom sobre la fe en toda su
riqueza de doctrina, fruto de veinte siglos de reflexión y de vida.